viernes, 29 de noviembre de 2013

Mis manos echan de menos tu espalda, la que mis dedos acariciaban cada medianoche.
Mi boca, echa de menos la tuya, y mis labios ya no sonrién si no eres tú la causa.
No entiendo cómo terminamos evitando miradas, tampoco sé cómo lo hiciste, pero mis ojos al llorar todavía preguntan por ti; que alguien me lo explique que aún no he encontrado una respuesta, aunque qué me vais a decir a mí que no sepa yo ya, que te fuiste y no volverás, pero dejo siempre la puerta entreabierta por si quieres entrar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario